Salta arde y sus líderes… se masajean.
Mientras miles de salteños luchan por llegar a fin de mes, en los pasillos del Centro Cívico Municipal y del Grand Bourg lo único que reina es el desconcierto. Gustavo Sáenz y Emiliano Durand están perdidos. Sin plan, sin reacción, sin vergüenza.

Tras la aplastante derrota electoral en las elecciones de medio término, el gobernador y el intendente capitalino se esconden detrás del marketing, los blindajes mediáticos y, cómo no, los millones que salen del bolsillo de todos los salteños.

Mientras Durand se obsesiona con su imagen, sus músculos y sus sesiones de masajes pagados con dinero municipal, Sáenz se dedica a cantar en festivales y pasearse por actos protocolares sin decir nada. ¿Gobernar? Bien, gracias.

Su gabinete es un campo minado: peleas internas, traiciones, codazos por un pedacito de poder. Ya todos huelen la sangre.

Millones en marketing, cero en gestión

¿Sabías que el nuevo intendente gasta $11 millones por día en publicidad? Sí, ONCE MILLONES. POR DÍA.
Mientras comerciantes, pymes y familias se hunden, la plata se va en carteles, spots, influencers y en silenciar a los medios críticos.

Y todo esto mientras sostienen uno de los impuestazos más salvajes del país. ¿El presidente Milei bajó la inflación? No importa, porque los impuestos en Salta suben igual. El Municipio te exprime. El Gobierno provincial también. ¿Y a cambio? Calles rotas, inseguridad y abandono.

Un gobierno en coma político.
La gestión de ambos está desgastada, vacía, sin pulso. Solo sobrevive por la billetera del Estado y el miedo. No hay ideas, no hay rumbo, no hay futuro. Y mientras ellos se preocupan por su imagen, los libertarios se relamen con olor a debilidad. El rugido del león se escucha cada vez más cerca y va por Gustavo y Emiliano.

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