Si hay algo que Emiliano Durand entendía bien antes de ser intendente, era cómo manejar su imagen. Ahora, como jefe comunal, parece que aplicó la misma estrategia: mucha publicidad, poca gestión y un municipio convertido en una agencia de empleo para amigos.

Hace tan solo unos días, el portal digital “El Intra”, develó el secreto mejor guardado del niño mimado del Grand Bourg: Durand no solo subió los impuestos municipales hasta las nubes, sino que además duplicó la cantidad de funcionarios en comparación con la gestión anterior. ¡Y no cualquier funcionario! Directores, coordinadores, subsecretarios, todos con sueldos que hacen que el salario promedio de un salteño parezca propina de bar.

El «Impuestazo» de Emiliano Durand. Mientras los contribuyentes se preguntan qué se hizo con la brutal suba de impuestos, la respuesta está en los pasillos del Centro Cívico Municipal (CCM): oficinas llenas de nuevos funcionarios con contratos de lujo. La anterior intendenta, Bettina Romero, fue criticada por sus gastos en imagen, pero a diferencia de Durand, al menos no llenó el municipio de más y más funcionarios, bajo la promesa demagógica de ser distintos.

Un Organigrama de Lujo (y con Sueldos de Ensueño).

203 directores: Salario de $1.400.000. Si hubiera una oficina para cada uno, el CCM necesitaría una ampliación urgente.
180 directores generales: Sueldo de $1.700.000. ¡Por si un director solo no era suficiente!
30 coordinadores: Cada uno con $2.000.000 mensuales. ¿Hacen algo? La historia no lo dirá.
86 subsecretarios : Sueldo base de $3.000.000. Al parecer, cuanto menos se nota su trabajo, más cobran.
19 coordinadores generales: $3.200.000 por cabeza. Nadie sabe bien qué coordinan, pero cobran coordinadamente.
11 secretarios: Cada uno con $3.400.000. Se llevan el premio mayor en este organigrama inflado.

La ciudad en ruinas, pero con sueldos de primera . Mientras Salta sigue con calles rotas, veredas destruidas y ríos improvisados en cada tormenta, el municipio se transformó en un paraíso laboral para los cercanos al intendente. Así que, si alguna vez se preguntó dónde terminó su TGI, ya tiene la respuesta: financiando la casta, pero en versión municipal.
Con esa administración, queda claro que el slogan «La castas se tiene que ir» no era más que una frase de campaña. Porque, al final, la casta no se fue… solo se mudó al CCM.

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